El arte de hacer cosas difíciles

Por qué elegir la fricción correcta es la clave para convertirte en quien quieres ser

En la vida, todos enfrentamos algo de fricción.

Para algunos, esa fricción significa levantarse a las 5 AM para hacer ejercicio o sentarse a escribir cuando la página en blanco intimida. Para otros, implica horarios de trabajo nocturno, buses que tomar o esperas interminables en el servicio de salud público.

La cuestión es que tú escoges la fricción que quieres tener, porque NUNCA DESAPARECE completamente. En algunas personas puede ser menos visible que en otras, pero siempre está ahí.

Actualmente vivimos obsesionados con eliminar toda fricción posible. Por ejemplo el mundo digital nos promete exactamente eso: apps que cargan instantáneamente, trabajos que se escriben solos, experiencias inmersivas sin límites. Todo se acelera hasta que olvidamos qué significa realmente intentar algo difícil.

Pero aquí está la paradoja que me tiene pensando últimamente:

No hay nada malo con querer reducir la fricción en nuestras vidas - es natural. El problema surge cuando nos obsesionamos con elegir solo la fricción que se ve bien o la que es más fácil.

¿Reducimos la fricción para crecer y ser más eficientes, o solo para que otros la vean? ¿O simplemente porque es más cómodo elegir el camino que no nos desafía?

Tengo cada vez más claridad sobre la cultura de la validación en redes, y es impresionante cómo muchas veces terminamos mostrando nuestras mejores versiones sin ninguna fricción aparente.

A la final, es una forma de conseguir contactos, trabajos, reconocimiento... y siempre me pone en este dilema: ¿qué tanto estoy mostrando y con qué objetivo? Qué estrés pasar por este proceso mental cada vez que subo algo jaja.

Si toda tu energía se va en eliminar o esconder la fricción de tu vida, ¿cómo decides qué cosas difíciles realmente vale la pena hacer?

Porque la pregunta no es si vas a enfrentar dificultades.

La pregunta es: ¿cuáles eliges?

Aquí está mi respuesta:

Si la fricción en tu vida diaria es para un objetivo mayor a ti mismo — es decir, son obstáculos que te hacen crecer como persona, algo que te empuje a ser la mejor versión de ti mismo — entonces esa fricción se convierte en algo esencial.

Se convierte en arte: el arte de hacer cosas difíciles.

Sufrir solo por el hecho de sufrir no vale la pena. Pero atravesar cosas difíciles con un propósito que valga la pena cumplir — eso sí vale cada gota de esfuerzo.

La Historia de Hideyo Noguchi

Te quiero contar la historia de alguien que dominó este arte.

En 1918, llegó a mi ciudad un médico japonés que tenía esta filosofía:

"No existe tal cosa como un genio... trabajar tres, cuatro, cinco veces más duro que cualquier otra persona, eso es un genio." 

Se llamaba Hideyo Noguchi. De hecho, hay una calle en el sur de Guayaquil que lleva su nombre.

Momento 1: Cuando el trauma se convierte en vocación

Hideyo nació en 1876 en una aldea rural de Japón. Su padre los abandonó, su madre trabajaba fuera de casa, y a los 18 meses, en un descuido, el pequeño Hideyo se quemó la mano izquierda gravemente. Sus dedos quedaron pegados, inmóviles.

Cualquiera habría aceptado esa limitación. Él no. Cuando llegó a la adolescencia, intentó separarse los dedos con un cuchillo. Su profesor contactó al doctor Kanae Watanabe para una cirugía que le devolvió movilidad al pulgar y meñique. En ese momento descubrió su vocación por la medicina.

Momento 2: El sacrificio que transforma

El doctor Watanabe le permitió usar los libros y el instrumental de su clínica. El joven Noguchi renunció a horas de sueño para estudiar anatomía, inglés, alemán y francés. "Napoleón solo dormía tres horas", decía como justificación.

Imagínate: un joven con una mano deformada, en una aldea rural japonesa, caminando tres millas diarias a la escuela aun en las nevadas que causaban varias muertes al año. Pero él había elegido su fricción. Había encontrado algo por lo que valía la pena sufrir.

A los 20 años, obtuvo la licencia de médico.

Momento 3: Cuando la fricción se convierte en impacto mundial

En 1918, Hideyo llegó a Guayaquil como parte de una misión de la Fundación Rockefeller para investigar la fiebre amarilla. Durante cuatro meses, enfrentó condiciones precarias, enfermedades tropicales, y la frustración de investigar algo que aún no se comprendía completamente.

Su trabajo en Ecuador ayudó a la erradicación de la fiebre amarilla en la ciudad. Aunque algunos de sus hallazgos no eran completamente correctos, su investigación fue crucial para diferenciar la leptospirosis de la fiebre amarilla — un descubrimiento que salvó miles de vidas.

Hideyo Noguchi murió en 1928 en África, investigando la misma enfermedad que pensó había descifrado. Eligió su fricción hasta el final.

Esta es la diferencia: Noguchi no sufrió por sufrir. Cada obstáculo, cada sacrificio, cada momento difícil estaba alineado con algo más grande que él mismo. Convirtió la fricción inevitable en el arte de hacer cosas difíciles.

Foto: Tomada del X de Édgar Landívar.

Entonces, ¿qué cosas difíciles valen la pena hacer?

No es cuestión de pertenecer al club de las 5 AM o sumergirse en agua con hielo todos los días. Eso puede ayudar al inicio a establecer disciplina, pero a la larga, si todo lo que haces es meterte en agua helada sin que esté al servicio de tus valores o metas — o peor aún, si te está cansando — entonces ya no vale la pena.

El test decisivo es este: ¿Estoy sufriendo por sufrir, o encuentro esto significativo porque apoya mis valores y metas?

Cosas difíciles que SÍ valen la pena:

  • Mantenerse calmado durante conversaciones difíciles

  • Aparecer cuando no tienes ganas

  • Hacer trabajo que importe

  • Tomar responsabilidad de tu salud

  • Entrenar para algo que te importe

  • Intentar hacer algo cuando sabes que podrías fallar

  • Estar ahí para las personas

  • Crear algo que no existía antes

Recuerda esto: una vida sin fricción es una de conveniencia infinita, pero carece de tensión significativa. Una vida buena requiere el tipo correcto de tensión — elegida, valiosa, y alineada con tus valores y metas.

Estas son las 'cosas difíciles' que añaden textura a tu vida y te ayudan a convertirte en una mejor versión de ti mismo.

Te dejo una pregunta:

¿Qué fricción podrías elegir que te acerque a quien quieres ser? - Tal vez sea hora de parar de huir de lo difícil y empezar a elegirlo.

Gracias por leer,

Kevin

Descubrimientos inspiradores